martes, 13 de mayo de 2008

Periodismo y realidad...

PERIODISMO Y REALIDAD: LA ETICA Y EL COMPROMISO
Fabiola Calvo Ocampo

“Quisiera borrar del diccionario de mi memoriay de toda la memoria colectiva la palabra violencia,guerra, bomba, explosión, desaparecido, torturado,muerto, miedo, mucho miedo...Exijo a Gandhi unaurgente y oportuna respuesta en esta calurosísimanoche de luna creciente” (Carta de mi amiga MagguiPimentel. Lima,24 marzo, 2002) Con la caída del Muro de Berlín, gesto simbólico de la culminación de un intento fallido de la construcción de una sociedad más justa, entramos en la era de la hegemonía, de la unipolaridad, del pensamiento único, del Gran Hermano y la telepantalla que nos vigila, todo un anticipo del escritor inglés George Orwell en su obra “1984”.
Y si en nombre de esa nueva sociedad se cometieron atropellos, hoy, en nombre de la democracia, Estados Unidos invade y declara las guerras con argumentaciones tan simplistas que rayan en la ramplonería, divide al mundo entre buenos y malos y desempolva el macartismo de la posguerra con una actitud que se sintetiza en “estas conmigo o estás contra mí”.
El inquilino de la Casa Blanca, George Bush quiere que como él, el resto del mundo regrese a la vida en blanco y negro cuando ya la sociedad occidental ha avanzado en los matices, y dejó atrás los oscuros momentos del Tribunal de la Santa Inquisición.
Estados Unidos, “el arcángel del bien”, se lanza hegemónicamente a conquistar militarmente al mundo con el pretexto de la lucha antiterrorista, con el apoyo de países aliados en todo el mundo, coyuntura en la que parece lógico el retiro de la firma de su antecesor Bill Clinton, para la vinculación de Estados Unidos a la Corte Penal Internacional.
-¡Qué juzguen al mundo! Estados Unidos no hace parte de él, está por encima de él-.
La postura prepotente con elementos fascistas de los Estados Unidos de América y de otros países industrializados es una construcción que viene de lejos y con una base social que lo ha permitido. El pensamiento, los regímenes políticos, las sociedades se construyen en el día a día y durante años, no por soplo divino. Hitler no llegó a ser el líder del nacionalsocialismo, ni Mussolini del fascismo en una noche de inspiración. No llegaron solos, irrumpieron en el poder con fuerza, con apoyo, con armas, con masas enardecidas, con intelectuales, artistas que se sumaron, hombres y mujeres que creyeron o se acomodaron, otros que en cambio vivieron en el miedo y una minoría, luchó en la resistencia.
Esos momentos que se han extendido y dejado consecuencias, que tanto daño han hecho a quienes habitamos este planeta, han sido producto de procesos que se incubaron desde arriba y desde abajo, desde el poder y desde una suma de individuos que llevaron a la praxis esas frases y teorías que de tanto escucharlas las convirtieron en su verdad. Fue una telaraña mas no labor de un solo hombre, no simplifiquemos los procesos.
Hoy podríamos hallar un buen número de razones, factores y elementos para pensar que nos encontramos en el umbral de un neofascismo del que seremos responsables de su avance o de su neutralización
El ascenso de Jean-Marie Le Pen en Francia, su acentuado racismo y actitudes xenófobas debería llevarnos a una reflexión sobre el acontecer social y político en un país tan representativo de las luchas de la democracia occidental, con gran incidencia en la arena internacional.
La derecha transmite su intolerancia a la sociedad con su forma de hacer política, con discursos, leyes y con la actuación de los agentes del Estado; los partidos de izquierda manifiestan su incapacidad para crear y abanderar propuestas de largo alcance que calen hondo en la sociedad y que contribuyan a un cambio en beneficio de todos los actores sociales. Por su parte la socialdemocracia deja ver su agotamiento, el sindicalismo busca salir del acomodamiento, inmovilismo y burocratización; y, el movimiento social intenta recuperar espacio y tiempo luego de su atomización tras la pérdida de referentes con la caída del campo socialista.
En medio de este acontecer surge un gran movimiento migratorio como fenómeno histórico, que como otros, en la historia de la humanidad, tiene su auge en momentos específicos de la economía, la estabilidad social y política. No obstante, la derecha radical con una clara formación fascista, utiliza esta bandera para defender su nacionalismo y de paso promover medidas que atentan contra las libertades políticas y los derechos de ciudadanía.
La defensa de los derechos de los inmigrantes hace parte de la lucha por los derechos humanos, por el derecho de la movilidad laboral, por el derecho a decidir donde quieren ejercer las libertades y los deberes. No olvidemos que la xenofobia y el racismo fueron pilares en el pensamiento y acción del nazismo.
Europa siente el envejecimiento de su población y necesita la mano de obra de los inmigrantes procedentes del sur, sin embargo los Estados y los políticos han sido incapaces de presentar proyectos que respondan a las necesidades de los extranjeros que sí resuelven, las necesidades del país que les acoge. Descargan su incapacidad o intolerancia en los inmigrantes a quienes señalan como culpables de la inseguridad. Así mismo otros sectores de la sociedad los consideran responsables del desempleo.
Tampoco los medios de comunicación contribuyen con la construcción de una actitud abierta y tolerante con los inmigrantes que llegan a crear y producir en el país que les acoge. No es posible que se estigmatice al conjunto porque un reducido grupo de una u otra nacionalidad se dedique a delinquir.
Una investigación realizada sobre Mujeres Inmigrantes: colombianas y ecuatorianas en los servicios domésticos y sexuales, por un equipo de la OnG, Acsur-Las Segovias, comprobó que durante el año 2.000 los tres principales medios escritos (El País, El Mundo y el ABC) publicaron un total de147 notas, de las cuales 61 se referían a la prostitución, 38 a las mafias y redes y 48 a la inmigración, mientras que, sobre el servicio doméstico y el asilo no se publicó ninguna información, ambos estatus estrechamente vinculados con la inmigración y el segundo con las mujeres.
La mayoría de los y las inmigrantes trabajan mal remunerados en el servicio doméstico, la construcción y la agricultura, actividades en las que el español no quiere desempeñarse; del total de mujeres en la prostitución el 90 por ciento son extranjeras vinculadas al comercio del sexo que mueve millones de euros, según la citada investigación.
Las diversas nacionalidades que se congregan en la vida laboral en los diferentes países industrializados, están contribuyendo a la creación de riqueza. Sin ellos y ellas se perderían los cultivos y las mujeres de clase media no podrían dejar a sus hijos y padres al cuidado de las ecuatorianas, peruanas, colombianas y mujeres de República Dominicana. Sin embargo la denuncia que hizo Amnistía Internacional (AI) demuestra que el aporte del extranjero no tiene un merecido reconocimiento sino que por el contrario, entre 1995 y el 2000, en España se han presentado 320 casos de malos tratos y componentes racistas a personas procedentes de 17 países entre ellos, Marruecos, Colombia y Nigeria.
Dice el informe de AI que se presentaron abusos verbales, maltrato físico y detenciones en forma arbitraria; discriminación en los controles de identidad y violación o asalto sexual a las mujeres durante el período de custodia.
Todas estas violaciones a los derechos humanos de los Migrantes son responsabilidad de agentes del Estado y constituyen actitudes racista y xenófobas que no son aisladas y hacen parte de rebrote de la ultraderecha en Austria, Holanda, Dinamarca, Alemania, Italia, España y Francia, y que bien pueden sumarse a la exclusión de lo diferente, exclusión que enarbola el pensamiento único, y que se suman ya tantos casos que convocan a una alerta por constituir un elemento que en nuevas circunstancias expresa una conducta fascista contra un sin numero de hombres y mujeres de los países en vía de desarrollo que buscan mejores condiciones de vida.
La respuesta de la sociedad no ha sido la más contundente frente al acontecer descrito, empero, encontramos que se continúa luchando por la dignidad, término poco cotizado en el mercado. Y luchan (otro término que para muchos ha caducado) quienes aún sienten amor propio, aquellos que desentrañan su pasado con el coraje de no olvidar y buscan un mundo que les pertenece, así el presente los enfrente contra el muro de la miseria humana.
Los inmigrantes se organizan así sea que los que reclaman sus derechos sean pocos numéricamente; el movimiento anti-globalización con algunos derroteros y sin un claro objetivo organizativo lanza su protesta en las distintas ciudades donde se reúne el primer mundo y presentan algunas fórmulas generales a los pueblos de los países del sur para que encuentren salidas a sus contradicciones con el poder económico y político.
En esta dinámica de dignidad y lucha, el pueblo palestino da muestras de valor para enfrentar la despiadada represión a que lo somete Israel, un Estado que olvida su propia historia de dolor en los campos de concentración, durante uno de los más oscuros episodios de la humanidad. ¿Acaso están reproduciendo lo que olvidaron? José Saramago, el premio Nóbel de Literatura, con sus declaraciones en Ramala recordó que “el comportamiento de esas fuerzas (las israelíes) y, sobre todo, el espíritu que las impulsa se parece perturbadoramente a la acción y al espíritu nazi”.
Sin lugar a dudas se avecinan tiempos más difíciles que los que vivimos. Un recrudecimiento de las respuestas violentas a acciones violentas (ejemplo Torres Gemelas en Estados Unidos), oscurecen el cielo en todo el globo. Es cierto que cada lugar tiene sus propias circunstancias y claves específicas, sin embargo todo apunta a que se uniformarán las soluciones, es decir que no se vislumbran precisamente, como dialogadas, negociadas y pacíficas.
Es preocupante el terrorismo a escala internacional, incluido el de Estado, tantas guerritas, tanta amenaza y toda una orgía de violencia, que justifican los gobernantes del momento y no obstante la esencia sigue siendo la misma: los intereses económicos, las materias primas estratégicas, el control del planeta y más allá de él, el poder para seguir con los hilos o sencillamente el poder por el poder o el poder para dominar.
¿Y en este marco, cuál puede ser el qué hacer periodístico?
Sobre tal acontecer nos desenvolvemos como parte de una sociedad, como periodistas y sobre todo como mujeres que en diferentes niveles y condiciones buscamos aportar para construir otro mundo, por lo cual nos atañe continuar con las estrategias emprendidas, y perfilar algunas claves que tocan con cada una como sujeto y como ser social, inmersas en el compromiso de construir una nueva sociedad plural y con justicia social y por ende en una dinámica que llene de contenido político las propuestas y la acción pero siempre con la ética como eje.
Y dicho esto a manera de preámbulo quisiera entrar en algunos comentarios-reflexiones que me permitan regresar a este inicio.
En nuestra agitada vida nos encontramos en un hacer permanente que nos puede distanciar, o de hecho nos aleja en la cotidianidad, de nuestros discursos y de nuestras propuestas. A mi juicio es preciso conjugar el compromiso como mujer que batalla por la no discriminación de género (¿no sexista?) sin renunciar a la diferencia, con una acción diaria y renovadora que nos distancie de la actuación panfletaria.
Se trata pues de una convicción, de una actitud que genera un compromiso vivencial que precisa de una elaboración permanente y una revisión constante de las teorizaciones. Olvidémonos de las verdades absolutas de las que hizo parte el movimiento feminista. Dejemos atrás la intransigencia y abrámosle paso a la tolerancia, desde luego, tanto en la subjetividad como en el hacer social.
A las mujeres como parte de la sociedad también nos ha afectado la educación excluyente, producto de la religión monoteísta en la que sólo es válido mi dios, según nos recuerda Hannah Arendt en ¿Qué es la política?; tenemos las malformaciones de las militancias ortodoxas y radicales y excluyentes; hemos mamado de las políticas que no resuelven el conflicto sino que llaman a la guerra. Desde luego que cada momento histórico es preciso contextualizarlo, por lo tanto, en éste es necesario señalar algunas afecciones que de ninguna manera contribuyen a nuestro crecimiento personal, ni social.
Así pues, en medio de toda nuestra actividad personal o social, sentemos a la señora ÉTICA, hablo de ética con mayúscula, no de moral, porque nos quedamos con la convicción y no con la norma.
Recuerdo ahora a un amigo que siempre me dice: es que a nosotros nos dejan la ética y ellos (los capitalistas) se llevan el dinero y el poder. En contraposición, una amiga me dice que necesitamos casar la economía y la política con la ética. ¿Con cuál nos quedamos?
Como sujetos sociales, las mujeres somos parte de un entorno en el que ha prevalecido la formación racional, hemos sido permeables a las nuevas corrientes en las diferentes áreas de la sociedad, tenemos una particular condición social y económica, sin embargo y pese a todo, cargamos en nuestra mochila nuestra capacidad para desarrollar la inteligencia emocional y este es uno de nuestros tantos aportes en el pasado y en el devenir.
Es cierto que la cultura occidental a paso de tortuga y puño tímido, toca las puertas de la sensibilidad, de los sentimientos de la elevación del espíritu, de la relación entre mi yo y el cosmos, y sin duda alguna, la mujeres hemos dado un salto cualitativo o hemos exteriorizado e irrumpido con fuerza en lo que podemos considerar un aporte en la sensibilidad en el qué hacer profesional. Una muestra de ello es la literatura escrita por mujeres en la que navega la subjetividad, el ser interior.
La racionalidad y el conductismo conducen a la represión, por lo que una condición para abrirnos al mundo es no perder esa niña que llevamos dentro con esa capacidad gatuna de curiosear, de preguntar sin vergüenza y mantener nuestra espontaneidad.
¿Por qué no mantener la alegría musical con sus notas y compases? No permitamos que se nos instale la amargura. Seremos infelices y perderá fuerza nuestro discurso, ese discurso con el que pretendemos cambiar el mundo.
Así mis queridas amigas, que para contribuir con el cambio, la sensibilidad debe presidir nuestro día a día y tanto nuestra inteligencia racional como la emocional, deben estar dispuestas para las permanentes construcciones teóricas que a su vez deben ir dirigidas a la acción.
Para luchar contra la guerra, contra los vientos de nuevo fascismo, contra todo lo que impida la creación de una sociedad justa, para convocar los nuevos aires libertarios hagamos la revolución interna día a día, y con esa actitud personal enfocar el periodismo, es decir nuestro qué hacer profesional que es parte de nuestro compromiso social, es decir, la función social como mujeres periodistas.
En la introducción del libro “Elecciones mujeres 2000” que publicó Cimac y que firma Sonia del Valle me llamó la atención lo que se necesita para trabajar en una agencia cuyo sujeto de trabajo son las mujeres. “Se requiere tener la disposición de contar la vida, documentar los hechos y hablar de datos, números, cifras, políticas públicas; encontrar el documento o la investigación y junto a ésta encontrar la nota. Se requiere además de las herramientas académicas que proporciona la escuela o la universidad y el oficio cotidiano, seguir teniendo la capacidad de asombro, de buscar a las mujeres, de contar su historia, dar credibilidad a sus demandas, pero quizá, sobre todas las cosas, se requiere considerar a las mujeres como personas plenas con derechos humanos íntegros y capaces de ejercerlos, defenderlos y disfrutarlos”. Esta apreciación está integrando al hombre en el compromiso y la responsabilidad tanto de la no discriminación de género y por lo tanto una base para el cambio, a lo que yo agregaría esa condición subjetiva, anotada anteriormente.
El compromiso periodístico nos obliga a buscar e interpretar la información desde otro ángulo, a estar vigilantes con el cumplimiento de la libertad de expresión, la libertad de estar informado, desde luego, me refiero a la información contrastada. Y sobre ¿la libertad de prensa? ¿Existe? Será otro debate.
Pero no solamente debemos estar embelesadas con la información de cada día, también debemos estar donde se toman las decisiones, donde está el poder. ¿Qué editoriales se escriben? ¿Quién lo hace? ¿Qué concepciones enmarcan la publicación?.
Entramos aquí en el gran debate de la realidad de la globalización, pero no voy a saltar, sin decir que en su lucha permanente, la mujer para dar forma a su búsqueda y a sus sueños también necesita los espacios de poder para promover otra forma de hacer. Desde luego a mi siempre me queda una duda y es que en la experiencia que conocemos o que conozco, el poder y el dinero (léase capital) siempre han estado de la mano de la corrupción, el autoritarismo y la exclusión (sólo para la reflexión).
Es cierto que “la información es un derecho de la sociedad, pero la información es también una mercancía, y no cualquier mercancía porque además de producir dinero con sus contenidos mediáticos, también influye enormemente en la realidad social que todos compartimos, nos recuerda Frank Priess Y Antonio Prada en “Ética y responsabilidad. Reflexiones para periodistas.
Y ¿qué podemos hacer en un mundo que parece sin resquicio?
Mantengamos los sueños, la estrella para caminar, pero también construyamos realidades aún en contra de lo que parece imposible. El escultor Eduardo Chillida refiriéndose a la ley de la gravedad decía: “Yo tengo conciencia en todo momento que las cosas tienen tendencia a ir hacia abajo, yo lo noto, pero en vez de aceptarlo me rebelo contra ello”.
Vivimos en un mundo que nos globaliza: Relocalización y centralización de capitales y con ello avance de la exportación del mismo, robustecimiento de los monopolios, fortalecimiento del capital financiero, liberalización de mercados, creación de mercados regionales, desarrollo de las comunicaciones, Privatizaciones, deterioro del estado de bienestar, flexibilización laboral y pérdida de derechos laborales, crecimiento de las diferencias sociales, cambios de los esquemas clásicos sobre los asalariados, pérdida de soberanía de los pueblos, surgimiento de un nuevo concepto de Estado- nación, pensamiento único, armamentismo, sin embargo a estos cambios y crecimiento económico no corresponden unas determinadas respuestas sociales por lo que reafirmamos que la economía va delante de los movimientos sociales y políticos.
Quiere decir que como mujeres, como miembros de una sociedad y como periodistas estamos frente a situaciones que nos demandan nuevas tácticas y nuevas estrategias que aún no llena el movimiento antiglobalización. O ¿Será que tendremos que regresar a la lucha del barrio, la vereda, el pueblo y armar todo un rompecabezas? Hoy contamos con medios rápidos de comunicación, lo que nos sugiere una nueva forma de hacer periodismo sin dejar las formas hasta hoy convencionales y así mismo nos sugiere que aún es necesaria la creación de organizaciones, así sean de tres integrantes, redes, pequeñas y grandes. Yo diría que seguimos en la necesidad de estar organizadas y conectadas creando una cadena de afectos que construye; la necesidad de organización sigue vigente, sólo que nos corresponde flexibilizarla, dotarla de los guiños de complicidad, amor, compromiso y responsabilidad; borrando fronteras y olvidándonos que somos del norte o del sur, sencillamente nos une una necesidad y un deseo de cambio.
Es preciso generar movimientos alrededor de proyectos y programas específicos que consoliden lo existente pero que abran caminos. Considero de plena validez las palabras de Ryszard Kapuscinsky en reciente entrevista al diario La Jornada de México y que por lo tanto podríamos retomar.
Antes, la prensa era hecha por escritores y redactores que se dedicaban a ciertas ideas, exponían ideas, programas, no sólo se proponían informar sino también enseñar, aprender, entender el mundo.
Podemos retomar viejas formas, que no por viejas son obsoletas y darle rienda suelta a la imaginación para encontrar nuevas dinámicas y posibilidades. Las jóvenes tendrán mucho que decir, crear y hacer, y mucho que aprender de la experiencia.
Nos encontramos entre la virtualidad y el papel y aunque la primera avance, no va a desaparecer el segundo. Recordemos que ni la radio, ni la televisión han relegado a la prensa escrita. Me identifico con Carlos Monsiváis cuando afirma que la prensa sigue siendo imprescindible en la formación de los valores culturales y del pensamiento político.
Propuestas para el debate que parten de lo ya existente
Red virtual-Red real.
Institucionalización del chateo.
Creación de Páginas web.
Fomentar la Investigación y su publicación.
Elaboración teórica.
Análisis crítico de la teoría existente acerca del periodismo visibilizando en él, la perspectiva de género.
Reflexión y cuestionamiento entorno al concepto de objetividad en el ejercicio periodístico.
Fomentar los periódicos locales, estudiantiles, de barrio, conectados con la globalización de la información.
Organización flexible: grupos reducidos con objetivos claros e institucionalización de las tertulias. Parafraseando a Fitzgerald en el Grand Gatsby, digamos que aunque algo sea imposible de cambiar mantengámonos decididamente dispuestas a cambiarlo.

1 comentario:

Euge dijo...

curiosamente estuve a nada de poner la misma cita!!!...para el mismo trabajo...
me parecio interesante ... pero encontre algo más pequeño que se acercaba más a mis entereses... surte nos vmos enla entrega del lunes!!